El fragmento extraído de la obra "La Casa de Bernarda Alba" de Federico García Lorca se da en el segundo acto. En todo el drama hay un calor agobiante que no deja vivir en paz a las habitantes de la casa. Transcurre en un contexto en el que la boda de Angustias con Pepe el Romano es algo confirmado y se da a entender que Adela había tenido encuentros con éste. Hay un ambiente de envidia entre las hermanas, consecuencia de las necesidades sexuales reprimidas. Se analizará a continuación la oposición entre la exterioridad y la interioridad.
Durante esta parte, Poncia y las hijas de Bernarda Alba miran por la ventana a los hombres en el campo volviéndose del trabajo. Los observan como seres de distintas especie; alegres y libres. La hija menor se muestra tal cual es; expresando sus ganas de salir al campo mientras que las otras asimilan inmediatamente su posición de mujeres socialmente aceptada.
"Adela: - ¡Ay quién pudiera salir también a los campos!
Magdalena -¡Cada clase tiene que hacer lo suyo!"
Las ventanas permanentemente vigentes, representan el límite entre el afuera y el adentro.
La casa de Bernarda Alba simboliza la interioridad: el silencio, la pulcritud y la represión; se le atribuye a las mujeres. En cambio, el campo y todo lo relacionado con la naturaleza se le adjudica tanto a hombres como a prostitutas; aquellos quienes a partir de la libertad de expresión personifican a la autonomía, el baile, la sexualidad y la alegría.
"Poncia: -Hace años vino otra de éstas y yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas.
Adela:-Se les perdona todo.
Amelia:-Nacer mujeres es el peor castigo."
Es importante destacar que al sexo masculino se le considera correcto que tenga y cubra sus necesidades siguiendo sus instintos. Distinto a la perspectiva con la que se mira al sexo femenino, para el que aparece como algo inaceptable e inmoral.
Por último, se ve en Martirio el malestar por aquel "verano interminable", metáfora del calor interno, y se presenta la anticipación simbólica del final con su deseo de días de lluvia. La máscara social que Bernarda le impone a sus hijas mata a una de ellas y lleva a la destrucción interna de las otras. El diálogo final demuestra hasta qué punto llega la importancia de dar una impresión a la sociedad, al poner a la muerte en el mismo nivel que un hecho frívolo.
Muy bien, Moira, pero nos olvidamos de las imágenes e hipervínculos...
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